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Hitos de la evolución.

  • Foto del escritor: Noelia
    Noelia
  • 8 jun 2020
  • 4 Min. de lectura


Durante esta etapa se dan dos grandes avances en el desarrollo psicomotor del niño/a: la habilidad para caminar y el importante progreso en su capacidad para manipular objetos.


MANIPULACIÓN.

El proceso de manipulación se va complicando a medida que se va produciendo el desarrollo motor y psicológico del niño/a. A partir del primer año, los movimientos se van haciendo más preciosos y finos. Aprenden a coordinar sus movimientos y a utilizar las dos manos para llevar a cabo una determinada acción, le da a cada mano una función diferente.


La maduración cerebral, muscular y ósea del niño/a y el consecuente avance de las habilidades motoras, tanto finas como gruesas, puede observarse en sus juegos (corre, se encarama, sube y baja, juega con bloques, hace torres, etc) en los dibujos (de los trazos burdos y abstractos del principio a figuras concretas) y en la mayor participación en las actividades básicas (vestirse, bañarse, comer ...)


DESARROLLO COGNITIVO.

Respecto al desarrollo cognitivo según el modelo de J.Piaget.


12 - 18 meses: comienza a repetir e imitar conductas y encuentra soluciones a situaciones concretas. Se pierde el egocentrismo, se diferencian claramente del resto de personas y cosas. Mediante la experiencia y el tanteo empiezan a darse cuenta de que, por ejemplo, un objeto que no se alcanza con la mano puede cogerse mediante un palo.


18 - 24 meses: se caracteriza por el surgimiento de la representación, es decir, la capacidad de pensar y actuar sobre el mundo de forma interna (mental) y no simplemente mediante la experiencia externa. También la constancia o permanencia del objeto hace alusión al hecho de saber que los objetos continúan existiendo aunque ya no podamos sentirlos, es decir, que son independientes de nuestra propia percepción.


Por tanto el niño/a adquiere, junto con el concepto del objeto, el del espacio, tiempo y casualidad, lo que les permite formar una concepción coherente de la realidad. Esto le permite encontrar objetos escondidos mediante desplazamientos invisibles, pues es capaz de imaginar los movimientos y anticipar los resultados sin tener que percibir el objeto realmente.


2 - 4 años: A partir de los dos años entra según Piaget en la etapa preoperacional. Es ahora cuando el lenguaje se está consolidando y hay un gran avance en el comportamiento emocional y social.


Pero el hito más relevante es la aparición de la función simbólica.

La función simbólica es la capacidad para hacer que un objeto, cosa, palabra, etc. sustituya o represente otra cosa, se pone de manifiesto en sus dibujos o jugando pero sobre todo en el uso del lenguaje ( ejemplo, utiliza una caja a modo de camión).


DESARROLLO DEL LENGUAJE.


En el ámbito del lenguaje, los niños/as aprenden con gran rapidez palabras nuevas y van aumentando muy rápidamente su vocabulario hasta los cuatro años. Está estrechamente ligado con la cada vez mayor capacidad de construir frases de acuerdo con reglas gramaticales.


Los niños/as aprenden tres tipos de palabras: las referidas al objeto (perro), a la acción (comer) y al estado (triste). Son las primeras las más numerosas en el niño/a, pero poco a poco, irá adquiriendo más palabras de acción y de estados.


Resumen del progreso en la adquisición del vocabulario:

  • 12 meses: comienza la "explosión de vocabulario".

  • 18 meses: conocen de 30 a 50 palabras.

  • Dos años: ya conoce unas 180 palabras y es capaz de construir básicamente, la estructura del discurso.

  • Dos años y medio: comienza a adquirir una conciencia semántica y ya sabe que las palabras tienen significados precisos que le permiten expresar ideas.

  • tres años: su vocabulario es de aproximadamente 900- 1200 palabras.


DESARROLLO PSICO SOCIAL Y AFECTIVO.

Para finalizar, con el desarrollo de la auto conciencia llegan también los sentimientos de vergüenza. Se tapa la cara ante los extraños/as a la vez que mira furtivamente al desconocido/a. Sin embargo, la relación de apego forjada con su madre le provee de un sentimiento de seguridad y confianza.


De lo contrario, el niño/a podría desarrollar una actitud de temor y hostilidad ante el mundo. En efecto, vergüenza y duda podrían ser las consecuencias para el niño/a que no ha conseguido un cierto nivel de autonomía una vez desarrolladas las habilidades motoras, cognitivas e intelectuales.


Es ahora que sus habilidades y destrezas se están afinando, cuando necesita sentir confianza en sí mismo y desarrollar su estima.


Por ello las familias deben de ser conscientes de que las continuas reprimendas y castigos cada vez que el niño/a coge cosas, corre o curiosea no hacen más que minar su autoestima. Hay que mostrarle los riesgos y las consecuencias de sus conductas, pero el niño/a ha de tener libertad para explorar y poner a prueba sus recién adquiridas facultades y así, no desarrollar una actitud inhibida y temerosa ante su entorno.


Sobre los tres años acontece un cambio complejo, un periodo crítico en el que el niño/a se vuelve negativista, desafiante, oposicionista y rebelde. Es muy normal y viene determinado por la propia evolución biológica y la necesidad de desarrollar nuevas conductas adaptativas.


Esta etapa revela el deseo del niño/a de afianzar su identidad recién descubierta, pero para ello ha de soportar muchas frustraciones por ver obstaculizado su deseo de independencia, ya que sus habilidades motoras y su capacidad de autocontrol son aún limitadas. Esta baja tolerancia a la frustración le hará con frecuencia, tener estallidos de rabia.


Cabe decir que las manifestaciones de ira y agresividad se aprenden, por eso es importante que los adultos no reaccionen con golpes, gritos o conductas similares ante una rabieta.



 
 
 

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